Prefacio

Whitman's comment about this 1867 photograph,taken by Matthew Brady:
Whitman's comment about this 1867 photograph,taken by Matthew Brady: 

How do you like that for free and easy?' Laughing mildly. 'Some of the fellows in Washington said no-they wouldn't have it on any terms: they said to me: you like to make yourself look tough." One fellow said: "You do all you can to encourage the people in their belief that you are a tough." Is that the picture of a tough? Maybe I am too sensitive—”maybe I am tough—”maybe the people who don't like toughs, don't like me, are right.' He called my attention to the dent in the hat. "Somebody once called it a sauce-pan—”said I wore sauce-pan hats'"

Sección 12

Después de la placentera y lírica sección 11, con una mujer solitaria ricachona que imagina su lance en un jugueteo sensual con los veintiocho muchachos, esta sección es rápida y espontánea, al seguir a esos jóvenes bañistas hasta su trabajo.  Ahora el poeta observa a estos muchachos tan intensamente como la mujer lo hace en la sección previa. A través de los ojos del poeta, vemos al joven carnicero cambiar sus delantales ensangrentados (“sus ropas de faena”/matar) y afilar sus cuchillos para la tarea macabra del día siguiente. Pero incluso después del trabajo, el carnicero en su tiempo de ocio emplea instrumentos filosos y “desgloses”. Su discurso es “una broma”; así Whitman obtiene lo que, a primera vista, pareciera un término inapropiado para describir el modo en que el carnicero habla: “repartee” es francés y connota una clase social alta, pero deriva de un término de esgrima (una estocada en respuesta a un ataque), llegando a significar una “réplica aguda” –incluso el habla del carnicero es un instrumento afilado  Y se entretiene (y entretiene al poeta) con su “barajada y desglose”, dos bailes rápidos y enérgicos que surgieron de tradiciones folklóricas Afro-americanas. Este muchacho carnicero actúa su propio cruce de bordes, una instancia temprana de la cultura de cruces de mérica que produjo el jazz, los blues y el hip-hop.

Luego el poeta vira hacia una observación cuidadosa de los herreros en su trabajo, admirando sus cuerpos masculinos y los ritmos poderosos de su trabajo,  cómo los movimientos repetidos esculpen sus cuerpos en cinturas delgadas y “brazos fuertes”. Estos hombres “rodean el yunque “, y el vocablo de Whitman “environ” (ambientar)” crea una imagen de los hombres rodeando el pesado bloque de hierro (la palabra en sí tiene “hierro” en su corazón) en el cual moldean con sus martillos el hierro fundido que sale del horno. Sus cuerpos se mueven con una repetición hipnótica como si, una y otra vez, “cada hombre dando en su sitio”, como lo hace Whitman aquí conformando cariñosamente sus palabras a los metros del lugar de trabajo, martillando la poesía del mundo cotidiano que lo rodea.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

El aprendiz de carnicero se pone sus ropas de faena, o afila su cuchillo detrás de su 
puesto en el mercado;
Me detengo junto a él y me divierto con sus bromas, y con mirarle bailar su shuffle 
y el break-down.

Los herreros con el pecho tiznado y velludo rodean el yunque;
Cada uno tiene un pesado martillo; todos trabajan juntos; el fuego arde con 
vehemencia.

Desde el umbral, lleno de ceniza, sigo sus movimientos,
Sus cinturas ágiles armonizan con sus fuertes brazos,
Los martillos giran arriba, caen lentos, caen seguros,
No se precipitan--cada hombre da en su sitio.

Afterword

Whitman prolonga la tradición poética de referirse al trabajo –sus movimientos y ritmos, su sudor y mugre, su tedio y acarreo- en esta sección con su delineación de la relación compleja entre trabajo y juego. Entre el repartee y la danza del joven carnicero altamente animado y el martilleo de los herreros existe un espacio en blanco animado por una pregunta no formulada: ¿qué es el trabajo?  Si el trabajo es lo que nos define, al menos en parte, entonces el poeta, que prefiere “asomarse y vagar cómodamente”, traerá el espíritu de juego al negocio del herrero. Está parado en el umbral, entre el corazón en llamas de la fragua y el mundo más vasto, determinado a entrelazar el movimiento y la materia a través del acto –el trabajo- de observar.  ¡Qué placer obtiene al ver funcionar las herrerías, reproduciendo en la página las cadencias de su martilleo mientras modelan los artefactos que componen nuestro alrededor! Tres veces utiliza en un verso la palabra “por arriba”, creando un efecto hipnotizante, que puede inspirar a los lectores a convocar recuerdos de aquel estado breve y bendito en el que por un aparente milagro, se pierden en sus tareas.

Por supuesto que lo que se experimenta más comúnmente en el trabajo es el hastío –y lo que, de hecho,  hace posible el que se corteje la trascendencia: la repetición puede conjurar un espíritu juguetón, que siempre está dando vuelta en la cercanía. Alrededor del yunque las herrerías encuentran un ritmo en el que se mezclan sus “yo(s)” individuales en una empresa más grande. Pensémosla como una forma colectiva de “barajar y desglosar”, una danza lenta con la cual se van entregando nuevas formas al mundo. De este modo, los escritores se juntan alrededor del yunque del idioma, nuestra herencia compartida, martillando palabra tras palabra sus materiales, tratando de encontrar el lugar y ritmo correcto con el cual dejar su impronta.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

¿Qué actividades de mano de obra has encontrado que tengan una belleza o poder especial?  Y ¿por qué?