Prefacio

Whitman's most profitable photograph--taken, and copyrighted, by George Cox in April of 1887.
Whitman's most profitable photograph--taken, and copyrighted, by George Cox in April of 1887.

Sección 24

Ahora, luego de veinticuatro secciones del “Canto de mí mismo”, Whitman finalmente se presenta por su nombre. Para los lectores de la primera edición de Hojas de Hierba (l855), en la cual el nombre de Whitman no aparecía en la tapa del libro, esta sería la primera indicación de quién era el autor. El efecto consiste en que esta voz sin nombre –“yo”- que había absorbido tanto de las primeras veintitrés secciones, ahora puede tomar una identidad actual, dado que ha acumulado un pasado sensorial. Al “yo” se le puede dar un nombre. Y el nombre llega con un énfasis inmediato sobre sus conexiones locales y universales; Walt Whitman es el “hijo” de Nueva York pero de hecho es, como todos nosotros, un “cosmos”, un yo en armonía con el universo vasto del que sabe que es una parte eterna. Enfatiza su materialidad, su cuerpo que come y bebe y engendra, retomando de las secciones previas su insistencia en que el alma y la voz existen sólo cuando están encarnadas en un cuerpo, cuando se materializan. En esta sección,  él canta un catálogo maravilloso sobre “la propia extensión de mi cuerpo”, en el cual evoca sus órganos sexuales en términos de la misma naturaleza, como el mundo natural y el universo entero parecen ser un conjunto interminable de metáforas de la sexualidad, el deseo, y la necesidad irresistible de procreación –desde el  fálico “tímido agachadizo” con su largo cuello y pico, saliendo de su nido de “ huevos dobles” a las “púas libidinosas” que parecen penetrar el cielo y soltar “mares de jugos resplandecientes” en forma de constelaciones y nebulosas. El cuerpo en verdad “se expande”, no sólo desde la cabeza hasta los dedos del pie, sino también desde la tierra al cielo, y de uno mismo a los otros.

Así que la voz de Whitman puede ahora hablar en nombre del local y del distante, la vida alrededor suyo y la vida alejada de él mismo. Él ahora porveerá “la señal de la democracia” y su “contraseña primera” dando acceso a su voz; es una proclamación digna de un Dios democrático, a quién él invoca: “¡Por Dios! Nada aceptaré, si los demás no puedan tener algo equivalente en las mismas condiciones.”  Exigiendo que se derroquen paredes, incluso puertas, barreras de todo tipo, él ahora invita a las voces reprimidas y “prohibidas” e “indecentes” a entrar finalmente y hablar a través de su voz democráticamente cargada. Es una voz que habla por el débil y el poderoso, el pequeño y el grande, el tonto y el sabio, el obsceno y el elevado. Un cosmos es lo suficientemente grande como para contenerlos a todos y dar voz a los sin voz; es de lo que se trata en definitiva “El canto de mí mismo”: encontrar milagros en el estiércol de los escarabajos, encontrar una renovación sagrada en el sexo y la muerte, encontrar lo santo en el cuerpo mismo, donde el trabajo difícil y sudoroso de la carne hecha cuerpo produce un aroma “más fino que la plegaria”, porque el trabajo físico (incluyendo el implicado en escribir este poema) produce cambio en este mundo. La ética Victoriana y la religión ortodoxa están dadas vueltas: el cuerpo (con su alma encarnada) es lo que importa, no un alma sin cuerpo. Los códigos de decencia y moralidad se despojan de su vestimenta aquí, y lo que se muestra es la Realidad misma vibrante, deseosa, libidinosa, desafiando al poeta a que abra su imaginación hacia ella.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo;
Turbulento, carnoso, sensual, comiendo, bebiendo, procreando;
No un sentimental, no uno de esos seres que se creen por encima de los hombres y de las mujeres, o apartado de 
ellos;
No más modesto que inmodesto.

¡Destornillad las cerraduras de las puertas!
¡Destornillad las puertas mismas de sus jambas!

El que rebaja a un hombre cualquiera, me rebaja,
Y todo lo hecho o lo dicho se vuelve en fin a mí.

A través de mí, surge y surge la inspiración divina; a través de mí pasa la corriente y el índice.

Yo transmito la contraseña primera, doy el señal de la democracia;
¡Por Diós! Nada aceptaré, si los demás no puedan tener algo equivalente en las mismas condiciones.

A través de mí, multitudes de voces milenariamente mudas:
Voces de interminables generaciones de prisioneros y de esclavos,
Voces de enfermos y de desesperados y de ladrones y de enanos,
Voces de los ciclos de preparación y de acrecentamiento,
Y de los hilos que unen a los astros, y de las matrices y de la savia de los padres,
Y de los derechos de ellos despreciados por los demás;
De los deformados, frívolos, pesados, tontos, odiados;
De la neblina en la atmósfera; de los escarabajos trabajando.

A través de mí las voces prohibidas,
Voces de los sexos y de las lujurias, voces velados y lo entreabro el velo,
Voces indecentes por mi clarificados y transfigurados.

Yo no pongo el dedo sobre mi boca;
Trato con la misma delicadeza las entrañas que la cabeza y el corazón;
La cópula, para mí, no es más grosera que la muerte.

Creo en la carne y los apetitos;
Ver, oir, tocar: son milagros, y cada parte y pingajo de mi ser es un milagro.

Divino soy, tanto por fuera como por dentro, y santifico todo lo que toco, y cuanto me toca:
El olor de estas axilas, más fino que la plegaria,
Esta cabeza vale más que las iglesias, las biblias y todos los credos.

Si mi adoración se dirige más hacia alguna cosa que otra, será hacia la propia extensión de mi cuerpo, o hacia
qualquier parte de él;
¡Réplica translúcida de mí mismo, será tú!
¡Sombreados arrecifes de piedra y cañadas, seréis vosotros!
¡Firme y masculina reja del arado, será tú!
¡Cualquier cosa que me marca a mi fondo, será tú!
¡Tú, mi sangre fecunda! ¡Y vuestra láctea corriente, pálida faja de mi vida!
¡Pecho que se aprieta a otro pecho, será tú!
¡Mi cerebro: será vuestras ocultas circunvoluciones!
¡Lavadas raíces del cálamo! ¡Tímida agachadiza! ¡Oculto nido de huevos dobles! ¡Seréis vosotros!
¡Mezclado y desgreñado heno de la cabeza, barba, músculo, será tú!
¡Filtrando savia de arce, fibra del trigo viril, seréis vosotros!
¡Sol, tan generoso, será tú!
¡Vapores que iluminan y oscurecen mi rostro, seréis vosotros!
¡Sudorosos arroyos y rocíos, seréis vosotros!
¡Vientos que me cosquilleáis con sus suaves genitales, seréis vosotros!
¡Anchos y vigorosos campos, ramas de encina, amorosos vagos en mis senderos largos, seréis vosotros!
Manos que yo he agarrado, rostro que yo he besado, ser mortal que yo he tocado alguna vez, seréis vosotros.

Me maravillo de mí mismo, hay tanto en mi ser, y todo tan sabroso;
Cada instante, y todo que sucede me penetra de júbilo;
Ni puedo explicar cómo es que se doblan mis tobillos ni de donde nace mi deseo más insignificante,
Ni por qué irradio amistad, ni por cual causa la recibo en mi vez.

Cuando subo la escalinata de mi puerta suelo detenerme para preguntarme si eso es cierto,
Un dondiego de día en mi ventana me satisface más que la metafísica de los libros.

¡Contemplar el amanecer!
La tenuísima claridad desvanece las sombras inmensas y diáfanas,
El aire sabe bien a mi paladar.

Masas del mundo movible brincan inocentemente, subiendo silenciosamente y frescamente exudando;
Hacia arriba y hacia abajo se marchan, oblicuamente.

Algo que no puedo ver eriza púas libidinosas.
Mares de jugos resplandecientes inundan la celeste bóveda.

La tierra por el cielo acompañado; el término diario de su conjunción;
El desafío tirado del este sobre mi cabeza en éste instante;
La mofa burlón, ¡Ya veremos si tú serás el amo!

Afterword

Epílogo

Porque es un lugar común en círculos literarios el alabar a los escritores por dar voz a los que no tienen voz, convocando en su trabajo al tono y las inflexiones de lo prohibido, lo ¿depravado?, incluso la flora y fauna, es instructivo volver al origen de este impulso; el esfuerzo de Whitman por ampliar nuestros poderes de empatía, conectando una cosa con la otra, clarificando y transfigurando la vitalidad cruda de lo que es indecente, fugitivo, perdido. Él finalmente se menciona en esta sección, como individuo y como cosmos, hijo y amante, igual a todos e inspirado por todos: “A través de mí, surge y surge la inspiración divina; a través de mí pasa la corriente y el índice”, el sentido de la conversación, los contenidos de un libro, la conducta del agua y la electricidad. Todo en el universo, desde el estiércol de los escarabajos  hasta las estrellas, tiene una voz de la que él es el recipiente, “y cada parte y pingajo de mi ser es un milagro”. Cada cosa que toca o por la cual es tocado es santa –y lo mismo se aplica a ti y a mí.

¿Qué es “la contraseña primera, la señal de la democracia”? El deseo que nos ata uno al otro, y al mundo. La pieza central de este argumento es por lo tanto un himno erótico al yo mismo, al otro, y a toda la creación, “¡Lavadas raíces del cálamo! ¡Tímido agachadizo!  Y el sol. “Seréis vosotros”, grita catorce veces en una sola estrofa, su urgencia superando cualquier sentido de decoro, su exclamación llegando verso tras verso, un poco sin respiración, como para prolongar su gozo del momento y el nuestro…

El sabor del aire luego de una noche de amor es suficiente para que el poeta al retornar a su casa al amanecer sepa que la metafísica contiene más que lo que pueda ser descubierto en algún texto o credo, incluyendo el “Canto de mí mismo”. Su lengua va a convertir ese sabor en una voz, que nos llama a todos nosotros.

—CM  (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta

¿Qué poetas en tu cultura han utilizado sus voces para dar voz a “voces prohibidas”’? ¿Qué fue lo que hizo que estas voces fueran prohibidas? ¿Ha tenido esa poesía un impacto en tu cultura?