Deslumbrante y tremendo, la salida del sol me mataría súbitamente Si yo no pudiera, ahora y en todo momento, proyectar fuera de mí una salida del sol. Nosotros también subimos deslumbrantes y tremendos como el sol; Hemos hallado lo nuestro, Oh alma mía, en la calma y la frescura del alba. Mi voz sigue donde mis ojos no alcanzan; Con el giro de mi lengua rodeo mundos y volúmenes de mundos. El habla es el gemelo de mi visión, no puede medirse; Me provoca sin cesar; me dice sarcásticamente: «Ya tienes bastante Walt, entonces ¿Por qué no lo sueltas?» A mí no me vengas con esos cuentos; no seré atormentado; piensas demasiado sobre la articulación; ¿No sabes tú, Oh habla mía, cómo se repliegan los brotes debajo tuyo? Esperan en la penumbra, protegidos por la escarcha; El mantillo se aleja ante mis proféticos gritos; Yo, el fondo bajo las causas, poniéndoles en equilibrio al final, Mi sabiduría la parte ardiente de mi ser, llevando la cuenta del significado de todas las cosas: La felicidad, (quienquiera que me oiga, él o ella, que vaya a buscarla este día.) Mi mérito final te niego; niego transmitir lo que soy en realidad; Abarcad mundos, pero no intentéis jamás abarcarme a mí; Vuestras argucias y éxitos los agobio yo sólo con mirar en tu dirección. Escribiendo y hablando no se me prueba; La plenitud de la prueba y todo lo demás los llevo yo en mi rostro; Con el silencio de mis labios anonado al escéptico.
Afterword
Epílogo
Con la repetición de una palabra, Oh, separada en esta sección por seis versos y tres pausas entre estrofas, Whitman coloca el vínculo entre el alma y el habla en el centro de proyecto, empleando un rima visual y su nueva métrica poética para reconfigurar para su época y épocas venideras una antigua idea filosófica, equiparando los “mundos y volúmenes de mundos” en la punta de su lengua con los contornos de su alma y la tarea de crear el alma integral a la condición humana. La palabra en sí es un mundo que incluye mundos de experiencia –una mirada, una aguda inhalación de aire, “gritos proféticos”, “La plenitud de la prueba”, lo que se puede y no se puede articular. ¡Oh mi corazón!
Piensa cuán frecuentemente dirías “Oh” durante el curso del día –al amanecer o al atardecer, al presenciar una gran belleza o fealdad. ¡Oh! exclamamos en el asidero del deseo, en las profundidades de la desesperación, en el placer y en el dolor. Es una palabra que lo dice todo, su reserva de significados es inagotable: ¡Oh! arrullamos y lloramos, cantamos y gritamos. Y si una palabra, una letra puede decir tanto, pensemos lo que está contenido en todas las palabras del idioma – y en todos los idiomas en el mundo.
¡Oh sí! ¡Oh no! ¡Oh yo!
Mira lo que el poeta une con la supresión de una coma: “Mi sabiduría la parte ardiente de mi ser”. No hay necesidad de suprimir tu curiosidad “para las partes
vivas no hay prórroga”, escribió el poeta griego Giorgos Seferis. El conocimiento está vivo, en ciernes y creciendo y floreciendo, creando significados destinados a ser susplantados en otra estación de renacimiento y renovación. ¡Oh!, dije sorprendido y confuso, y cuando ella no respondió me puse a contar mis pérdidas: este futuro o aquel, felicidad, vida. Escribí y hablé, hablé y escribí. Nada levantaba mi espíritu, nada me ponía a prueba.
¿Qué vi en tu expresión? ¿Qué viste en la mía? ¡Oh!, ¡Oh!, ¡Oh!...
—CM (Traducción L. A. Ambroggio)
Question
Pregunta
En esta sección Whitman evoca “Felicidad” como la palabra que se acerca más al “sentido de todas las cosas” y nos alienta a que “salgamos a buscarla” inmediatamente. Esta parte del poema parece hacerse eco de una de las frases más extrañas de la “Declaración de la Independencia” de los Estados Unidos, en la que Thomas Jefferson escribió de la Independencia” de los Estados Unidos, en la que Thomas Jefferson escribió que entre los seres humanos sus “derechos inalienables” están “la vida, la libertad y la búsqueda de la libertad”. ¿Porqué tanto Jefferson como Whitman enfatizan la necesidad por buscar o perseguir la felicidad? ¿Qué significa “felicidad” en la “Declaración de la Independencia” y en el “Canto de mí mismo”? “La felicidad” no es algo que nos han prometido o garantizado, sino que más bien nos han prometido el derecho a “perseguirla” o “buscarla”. ¿Por qué?