ME CELEBRO y me canto, Y lo que me atribuyo también atribuíoslo vosotros, Pues cada átomo mío también os pertenece a vosotros. Vago e invito a mi alma, Huelgo y vago contemplando una brizna de hierba estival. Mi lengua, cada átomo de mi sangre, emanados de esta tierra, de este aire, Nacido aquí de padres nacidos aquí, cuyos abuelos y bisabuelos también nacieron aquí, Yo, a los treinta y siete años de edad, en perfecta salud comienzo a cantar, Con la esperanza de continuar hasta la muerte. Que guarden silencio los credos y las escuelas, Que retrocedan un rato, consciente de lo que son, nunca olvidados; Guardo, para bien o mal, permito a hablar a todos los azares La desenfrenada Naturaleza con su energía original.
Afterword
Se dice que un poema es un acto de atención –hacia alguien, algo, una experiencia o trozo de existencia, tomada, imaginada o recordada- y en la primera sección del “Canto de mí mismo” Whitman ofrece una imagen del poeta prestándole atención al mundo, vagando (palabra maravillosa!), inclinándose, abriendo su alma al mundo. Lo que observa es algo simplísimo, una brizna de hierba, y ése es precisamente el punto: un poema que busca nada menos que contar la historia del universo, desde dentro y desde fuera, comenzando en el nivel de los átomos, en la sangre, la tierra, el aire, y circular por todos lados –el testamento de un hombre determinado a ampliar nuestras capacidades imaginativas.
La influencia del “Canto de mí mismo” en la poesía Americana es incalculable. El poeta insiste que “cada átomo que me pertenece también te pertenece”, palabras que han inspirado a un sinnúmero de poetas a cartografiar nuevos mundos. Por cierto es difícil imaginarse a un William Carlos Williams descubrir “los productos puros de América”, a un Theodore Roethke emprender “el largo viaje fuera de sí mismo”, o a Allen Ginsburg escribir “Aullido” sin la presencia de Whitman, sin mencionar la obra de los poetas contemporáneos como C. K. Williams y Pattiann Rogers. Todos vivimos bajo la tutela de aquel pionero que nos aconseja, como en los versos finales del “Canto de mí mismo” a buscarlo debajo de las suelas de las botas.
Una palabra sobre la prosodia de Whitman: el movimiento desde el pentámetro yámbico a la cadencia del verso libre a modo de los salmos, señala su alejamiento de la versificación tradicional inglesa, empujándolo de lo conocido a lo desconocido. Él está viajando más que nunca hacia el futuro, desde una brizna de hierba hasta la estrella más lejana y nuevamente de regreso, y para este viaje va a necesitar una música más versátil que la que pudiera alcanzar con el verso suelto. El verso que descubrió, que puede acomodar un rango extraordinario de sujeto, dicción, tono, imaginario e ideas: “La desenfrenada Naturaleza con su energía original”. Esta energía alimenta su Canto.
—CM (traducción de L. A. Ambroggio)
Question
"Yo me celebro"—era el primer verso de la primera versión publicada del “Canto de mí mismo”, al que Whitman luego le añadió la frase “y me canto a mí mismo”. ¿Cómo cambia esta añadidura su entendimiento del poema? ¿Por qué cree que Whitman hizo ese cambio?