Prefacio

Whitman c:a 1867. Photo W. Kurtz. The straight-forward gaze.
Whitman c:a 1867. Photo W. Kurtz. The straight-forward gaze.

Sección 17

En esta sección muy breve, Whitman continúa la contracción en su poema del catálogo extenso de las dos secciones anteriores. Ahora ofrece una declaración simple y directa: todo lo que ha dicho en el poema hasta ahora no son pensamientos “originales conmigo” sino que han sido pensados por “hombres en todas las épocas y en todas las tierras”. Lo que es original es la articulación de estos pensamientos de lugares comunes: todos hemos pensado estas cosas, pero solamente el poeta las expresa. Ésta es la naturaleza de la poesía –el hacernos conscientes de repente de algo que sabíamos en cierto nivel antes pero que solo ahora lo hemos experimentado en el lenguaje.  Whitman continúa insistiendo en que, si el “Canto de mí mismo” llega a ser exitoso, tiene que entrar en tu mente de hecho y completamente, para ser leído como si tú mismo estuvieses pensando los pensamientos que el poeta está expresando. La mágica de cualquier poema poderoso es el evaporarse de la distancia entre el lector y el autor: el Walt Whitman que escribió este poema puede estar a 150 años de distancia de nosotros, y nosotros podemos estar leyéndolo a miles de millas de donde él escribió estas palabras, pero, en el acto de leer, los pensamientos parecen “tan inmediatos como distantes”. Todos nosotros habitamos cuerpos,   formamos mentes, y el cuerpo y la mente del poeta, aunque físicamente ausente, son palpables en las palabras que su cuerpo puso en el papel y que nuestros cuerpos ingieren a través de las manos y ojos y oídos, acarreando la mente con la mente. Sin esa confluencia, existen sólo palabras muertas, tinta en una página no leída; con ella, las cosas literalmente aparecen en la mente.

Los dos versos finales de esta sección continúan la respuesta de Whitman a la pregunta del niño que empezara en la sección 6: ¿Qué es la hierba? Acá, es aquello que crece igualmente en todos lados, como “el aire común bañando a nuestro globo”. Respira en estos pensamientos, estas imágenes, susurra el poeta, son tu experiencia tanto como la mía. Son la hierba, son el aire.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

Estos son, verdaderamente, los pensamientos de todos los hombres en todas las 
épocas y en
todas las tierras; no son originales conmigo;
Si no son vuestros tanto como míos, no son nada o son casi nada;
Si no son el acertijo y la resolución del acertijo al mismo tiempo, no son nada;
Si no son tan inmediatos como distantes, no son nada.
Esto es la hierba que crece donde hay agua y tierra;
Esto el aire común bañando a nuestro globo.

Afterword

Se decía que los Profetas del Antiguo Testamento eran recipientes de lo divino. Individuos temerosos de Dios que registraban mandamientos y sabiduría recibida de lo Alto; en esta breve sección, Whitman alinea su trabajo con la tradición de sabiduría que cunde en el corazón de la civilización occidental, declarándose a sí mismo como un médium de los “pensamientos de todos los hombres en todas las épocas y en todas las tierras “. No hay nada original en su poema, insiste, más allá de haberse puesto a disposición para “el acertijo y la resolución del acertijo” de la existencia –esto es abierto para recibir de la hierba debajo de los pies y “el aire común bañando a nuestro globo” sobreviviendo mensajes sobre nuestro lugar en el universo. Si el Preludio de Wordsworth comienza con la propuesta de que la explicación del crecimiento de la mente del poeta va a producir sentido universal, Whitman adopta la posición opuesta: lo que él encuentra en todas partes puede ser encontrado por cada uno de los lectores –en verdad depende de la relación activa del lector con el texto, el lector es su compañero de exploración, ahora y en épocas futuras.  “La prueba de un poeta”, escribió Whitman en el prefacio de 1855 de Hojas de hierba, “es que su país lo absorba tan afectuosamente como él lo absorbió al país”. Su lamento en sus últimos años de que sus conciudadanos no valoraron plenamente sus catálogos, sus llamados a lo mejor de ellos mismos, refleja no sólo vanidad (aunque la vanidad jugó un papel) sino aquella otra verdad de  que “ningún profeta es aceptado en su propia tierra”, como dijo Jesús y el empañamiento del discurso poético profético de Whitman complicó su recepción.  Él quiso obtenerlo de ambas formas. Pero los lectores a los que él aspiraba existían en el futuro, como siempre sucede, y ahora algunos lectores encuentran en su poema la misma mezcla de placer estético, percepción política e instrucción espiritual,  que otros buscan en los Salmos de David, los suras del Corán y las plegarias en cada tradición religiosa: “éste es el alimento verdadero...”

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Whitman dice que todos los pensamientos en su poema son “el acertijo y la resolución del acertijo”. ¿Cuáles son los acertijos que Whitman nos ha ofrecido hasta el momento y qué soluciones ha sugerido?