Prefacio

The first extant photo of Whitman with anyone else, here Peter Doyle, Whitman's close friend and companion in Washington. Doyle was a horsecar driver and met Whitman one stormy night in 1865 when Whitman [...] remained the only passenger on Doyle's car. They were inseparable for the next eight years.
The first extant photo of Whitman with anyone else, here Peter Doyle, Whitman's close friend and companion in Washington. Doyle was a horsecar driver and met Whitman one stormy night in 1865 when Whitman [...] remained the only passenger on Doyle's car. They were inseparable for the next eight years.

Sección 18

La poeta americana contemporánea de Whitman, Emily Dickinson, era una maestra en la exploración del lado más oscuro de la victoria y el éxito, reconociendo que “el éxito es considerado lo más dulce por aquellos que nunca han tenido éxito”. Ella se dio cuenta de que no son los vencedores en una batalla los que “pueden expresar la definición tan clara de la victoria”, sino más bien la víctima, el “derrotado, moribundo/en cuyos oídos vedados/los distantes agobios del triunfo/revientan agonizantes y claros!” Los sonidos de la victoria nunca son más claros que como les suenan a los derrotados y moribundos,  con la tensión de oír los gritos de júbilo que surgen del otro lado. En la Sección 18, Whitman comparte algo de la anatomía de la victoria de Dickinson, pero lo hace de una manera más medida y equitativa; en vez de resaltar la agonía él abraza cálidamente al vencido. Se imagina la “música” de la Guerra –sus  “trompetas”  y “tambores”- pero recuerda a su lector que ganar no es sólo “lo bueno de triunfar” sino también lo “bueno de sucumbir” porque “las batallas se pierden con el mismo espíritu con que son ganadas”.  Los perdedores pelean tan duro como los ganadores y pudieran muy bien ser los victoriosos si no fuera por los avatares de la suerte y los aspectos impredecibles de cualquier encuentro militar. De manera que como Dickinson,  Whitman va a “tocar y sonar” y “aventar por sus boquillas” para los muertos. Sus tambores y trompetas, su música marcial, celebrará a “los que han fracasado” tanto como a los que han tenido éxito, porque los muertos desconocidos de hecho han realizado tantos actos heroicos como los “héroes más famosos”. Su poesía hablará por todos ellos; y no sólo por los que la historia ha considerado los vencedores.

Esta sección obtuvo la mayor resonancia durante y después de la Guerra Civil, cuando Whitman trabajaba para sanar la unión rota, para reconciliar el Norte victorioso con el Sur derrotado, y recuperar en ambos lados a una Nación unida. Whitman aconsejó perdón y reconciliación, no castigo, y reconoció la valentía y el heroísmo en ambos lados de la Guerra. Esta actitud es aparente en el “Canto de mí mismo” mucho antes de que ocurriera la Guerra. La búsqueda de Whitman por una visión inclusiva de igualdad ya lo había conducido a imaginar el que se absorbieran los perdedores con los vencedores. Esta sección entonces prepara el escenario para la sección 19, una de las proclamas de más envergadura de Whitman por la igualdad.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

Con potentes músicas vengo, con mis trompetas y mis tambores;
No sólo toco marchas para los vencedores consagrados, toco marchas para los 
vencidos y los caídos.

¿Habéis oído decir que es bueno triunfar?
Yo digo que también es bueno sucumbir, que las batallas se pierden en la misma 
espíritu en que son ganadas.

Toco y sono para los muertos,
Aviento por mis boquillas mis notas más retumbantes y gayos.
 
¡Loor a los que han fracasado!
¡Y a aquellos cuyas guerreras naves se hundieron en la mar!
¡Y a cuántos se hundieron en la mar!
¡Y a todos los generales que perderon batallas, y a todos los héroes vencidos!
¡Y a los innumerables héroes desconocidos, iguales a los héroes más famosos!

Afterword

Reflexionando sobre la Constitución Americana, Benjamin Franklin observó,  como es bien sabido, que nada es cierto en este mundo excepto por la muerte y los impuestos. Pero las verdaderas constantes de la condición humana son amor y pérdida. (Muchos evitan el pagar los impuestos).  Casi todos experimentan el amor, pero nadie está libre de pérdidas. Las leyes de atracción y aversión, que sin descanso juntan y dividen todo en el universo, son partes integrales del diseño poético de Whitman, que en esta sección estrena un nuevo tono: “¿Habéis oído decir que es bueno triunfar? Yo digo que también es bueno sucumbir, que las batallas se pierden con el mismo espíritu con que son ganadas”. Por lo tanto, compone música para los caídos, celebrando la pérdida tanto como la victoria, sugiriendo que nos define más lo que nos elude que lo que ganamos: “de manera que el último será primero, y el primero último”, como dijo Jesús –una enseñanza traducida por el poeta en otro orden de sabiduría aplicable a un país destrozado por la guerra. Conquistadores y conquistados están imbuidos por un espíritu de aventura, excitación y terror, el mismo espíritu que conforma el proceso del amor, de allí que la Guerra sea frecuentemente descrita utilizando términos similares de intimidad.

Franklin también observó que “Nunca existía una buena guerra o una paz mala” –sabio consejo a recordar cuando se consideren los intentos de Whitman de tratar las heridas de la Guerra Civil, síquicos y físicos, en persona y en la página, que en algunos rincones no se han curado aún ciento cincuenta años después de que los soldados abandonasen sus armas. Es triste que la historia sea escrita por los vencedores, y por lo tanto corresponde a los poetas el cantarle a la derrota, la explosión y la marea y el flujo de la vida disminuida que marca  a las noches y los días de aquellos que pierden en la guerra y en el amor –algo que al fin y al cabo incluye a todos.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

¿Cómo ha sido reescrita la historia en tu nación en las décadas pasadas? ¿Has encontrado historias revisionistas que han revertido nuestro sentido sobre quienes fueron los “vencedores” y quienes fueron los vencidos?