Prefacio

A black and white photo of Walt Whitman sitting with his arm folded in his lap and staring into the camera
Whitman: "If you can't call it a picture, call it a curio."

Sección 22

Vimos en la sección 5 cómo Whitman retrataba al cuerpo y al alma haciendo el amor y llegando a ser uno –el cuerpo dándole al alma acceso al mundo a través de los sentidos, y el alma cargando al cuerpo con un deseo de juntarse, de absorber, de unirse. Ahora al final de la Sección 21 y al comienzo de la Sección 22, el poeta recurre nuevamente a las imágenes de hacer el amor, primero sintiendo “noche de desnudos senos”, presionándolos cercanos, luego dando su amor a la “tierra voluptuosa de frescos hálitos! “ y finalmente girando aquí a los “encorvados dedos invitantes” del mar, mientras se desviste y entrega su cuerpo a la “ondulante modorra”,  cuando los ritmos sensuales de las olas lo mecen hasta dormirse y lo “salpican” de “amorosa humedad”. Como la mujer en la Sección 11 que se imagina caminando hacia el río para bañarse con los veintiocho jóvenes, el poeta está aquí empapado por las aguas sensuales que lo hacen sentir uno con la creación. El mar es el último fertilizante, el creador palpitante de la vida (“sal de la vida”) y recipiente de la muerte (es el lugar de     “las tumbas, siempre prontas” que ni necesitan ser excavadas con una pala puesto que el océano recibe con equidad todo lo que se pone en él). El océano es la fuerza eterna de romper y edificar, como si sus “facetas”, sus “mareas” vienen y van. Whitman adopta los ritmos del océano y toma de sus “flujos” y “reflujos”, su fluidez que entra y sale, comparable al modo como el poeta deja que el mundo fluya en su alma despierta y luego fluya saliendo en sus versos emergentes. 

Algunos de los versos más desafiantes de Whitman se encuentran en esta Sección, cuando “loa” o exalta el “odio” tanto como la “conciliación”, y cuando se convierte no sólo en el “poeta de la bondad” sino también en el “poeta de la maldad”. Después de hacer el amor a la tierra y al mar, él está listo para la grandeza, para el abrazo amplio de todas las experiencias. Su modelo para un poeta democrático es la tierra misma, que no rechaza nada, que a través de su interminable reciclaje de materiales, abona todas las cosas que han sido declaradas malas y todas las cosas que han sido declaradas buenas, y en este “embarazo interminable” está siempre dando a luz a un presente siempre emergente, un momento continuo para el que toda la eternidad se ha estado preparando y que tenemos la suerte de apreciar ahora al abrir los ojos. Es el único momento en el que estamos vivos, por lo que no debemos perder nuestra oportunidad con esta “maravilla”.  Ubicados asombrados ante la presencia brillante del momento presente, ¿cómo puede alguien ser un “infiel”? ¿Cómo puede alguien no creer, no tener fe, en el poder del universo de producir una corriente interminable de un Ahora luminoso?

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

¡Tú, mar! Me abandono a ti también--adivino lo que propones,
Desde la playa veo tus encorvados dedos invitantes,
Creo que rehusas alejarte sin haberme acariciado;
Debemos hacer juntos una vuelta; me desvisto, llévame pronto hasta perder de 
vista la tierra,
Amortíguame, méceme en ondulante modorra,
Salpícame de amoroso líquido; te puedo reembolsar.

Mar de desplegadas olas,
Mar respirando largos y convulsivos respiraciónes,
Mar de la sal de la vida y de las tumbas, siempre prontas, que ninguna pala abre,
Rugidor y raspador de las tempestades, mar caprichoso y delicado;
Yo soy íntegro contigo, yo también soy de una faz y de todas las fases.

Participador en flujos y reflujos soy yo, loador del odio y de la paz;
Loador des amies y de los que duermen abrazados.

Yo soy quien atestigua la simpatía,
(¿Haré el inventario de las cosas en mi casa, y omitiré la casa que las contiene?)

No soy solamente el poeta de la bondad; no rehuso ser también el poeta de la 
maldad.

¿Qué charlatanería es esta, acerca del vicio y de la virtud?
El mal me impulsa, la reforma del mal me impulsa; yo me mantengo indiferente,
Mi modo de andar no es el de un censor ni el de un reprobador,
Yo riego las raíces de todo lo que ha crecido.

¿Tuvisteis temor de alguna escrófula, traído del embarazo interminable?
¿Suponíais que las leyes celestiales están todavía asuntos pendientes y que aún 
pueden ser rectificadas?

Hallo equilibrio en un lado y equilibrio en el lado antípodo;
Las doctrinas blandas me ayuden tan frecuentemente como las doctrinas firmes;
Los pensamientos y hechos actuales son nuestro despierto y arranque,

Este minuto de ahora--que me viene a través de millones de los precedientes--
No hay mejor que él y ahora.

Lo que se conducía bien en el pasado, o que se conduce bien actualmente--estos 
no son una maravilla;
La maravilla, siempre y siempre, consiste en que pueda haber un hombre cruel o 
un impío.

Afterword

Epílogo

El poeta, diplomático y Premio Nobel francés, Saint-John Perse (1887-1975) compartía con Whitman su fecha de cumpleaños— 31 de Mayo— y mucho más: una infancia isleña, una visión expansiva, un verso poético largo (aunque Perse era cuidadoso en distinguir sus complejidades métricas de los versos libres de Whitman), un afecto por el vocabulario científico, un amor por la historia y movimiento, enumeración y renovación, naturaleza y los elementos, especialmente el mar. En verdad, la obra maestra de Perse, Amers (Seamarks), podría ser leída como una meditación sobre la Sección 22 del “Canto de mí mismo” –un ensayo con la longitud de un libro sobre lo que significa “estar integrado” con el mar, ser partícipe del “flujo y reflujo”,  menguar y fluir y surgir en cada esquina de la vida. Es difícil sondear las profundidades oceánicas de Perse sin oír también los “alientos amplios y convulsivos del mar respirando” de Whitman –que son quizás las unidades de medida para ambos poetas. Porque los movimientos de la marea del mar, como los movimientos de la mente sumergida en una reflexión profunda, en el ardor del deseo, en el desconcierto y el dolor,  apuntan a la vastedad del universo, que era para estos poetas una fuente de curiosidad interminable.

Una vez, yo miraba a los leones marinos nadando en el zoológico del Parque Central, haciendo piruetas lentamente debajo del agua en el tanque fabricado especialmente para ellos, dando vueltas deslizándose en una tarde de invierno, luego apareciendo y buceando y saltando sobre las rocas, y sentí  en mi cuerpo un tipo de gracia, que a partir de mi intención sobre las fuerzas de la naturaleza y mi lectura de Whitman y Perse, me hicieron pensar que estamos conectados de una manera que nunca entenderemos. Yo supe bajo mi piel cómo mantenerme caliente en el día más frío y retener mi respiración por un largo tiempo, cómo medir los efectos de las diferentes fases de la luna; cómo moverme “en una ondulante modorra” y reembolsar los regalos que el amor nos ha concedido.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta

¿Qué quiere decir Whitman cuando nos dice que el “mal lo impulsa” y la reforma del mal lo impulsa y que él se mantiene “indiferente” ante esta distinción? ¿Cómo pueden ambos el mal por sí mismo y la “reforma” del mal alimentar este poema? ¿Quién decide qué es “malo” en este mundo y quién decide qué “males” necesitan ser reformados?  ¿Son las “maldades” de algunas personas las virtudes de otras?  ¿Qué pasa cuando las acciones que algunas personas creen que las llevarán al cielo resultan ser las mismas acciones que otras personas creen que te llevarán al infierno?