Todas las verdades esperan adentro de todas las cosas; Ni se apresuran ni se resisten a sus propias entregas; No necesitan los fórceps obstétricos del cirujano; Lo insignificante es tan grande para mí como lo demás, (¿Y qué es más o menos que un tacto?) Ni la lógica ni los sermones convencen-- La humedad de la noche entra más profundamente en mi alma. (Sólo lo que se prueba a todos los hombres y a todas las mujeres es verdad, y sólo lo que nadie puede negar es verdad.) Un minuto y una gota de mi ser sosiegan mi cranio; Creo que los húmedos terrones serán un día luces y amantes, Y que el cuerpo del hombre y la mujer son el compendio de todos los compendios, Y que una cumbre y una flor allá es el sentido que tienen uno por otro, Y que de esa lección han de multiplicare sin límite hasta que se hace omnífico, Y hasta que todos y cada uno nos da alegría, y nosotros a ellos.
Afterword
Epílogo
Las lluvias primaverales habían acabado, y los arqueólogos mientras excavaban un fuerte en Merv, Turkmenistán, estaban ansiosos por discutir sus descubrimientos –una pared, piezas subterráneas, monedas. El descubrimiento de un hueso de toro sugería la existencia de una sociedad agrícola instalada allí hace 5000 años, una civilización del tipo de Mesopotamia o China, los tiestos de porcelana, coleccionados en rectángulos delineados por una cuerda, esperaban el trabajo de conjeturas ilustradas de los entrenados en el arte de leer señales de residuos humanos. En una mañana calentita de Mayo, observé cómo una mujer anciana cubierta con una pañoleta impartía órdenes a los trabajadores a que escudriñaran una pila de tierra y luego otra, congregando en el ojo de su mente (al menos eso es lo que yo me imaginé) una foto del mundo antiguo –los gobernantes y los gobernados, armas y utensilios de cocina, rituales de siembra y de cosecha. Y más aún: tormentas, terremotos, plagas… No es una tarea pequeña, tanto para el arqueólogo como para el artista, descubrir verdades que, como Whitman nos recuerda en esta sección, “esperan adentro de todas las cosas” porque “ni se apresuran ni se resisten a sus propias entregas”. El truco está en reconocer la chispa de la creación, lo esencial, en cosas tanto grandes como pequeñas. Porque todo tiene importancia.
Esta fue la lección que Rainier Maria Rilke aprendió en el estudio de Auguste Rodin. Un día el escultor le preguntó qué estaba escribiendo. Nada, respondió el poeta; entonces Rodin le aconsejó que fuese al zoológico y observase a un animal hasta que lo pudiese representar en la página. Una visita que inspiró “La Pantera”, el primero de cientos de poemas sobre cosas. Compiló estos textos en dos volúmenes de Poemas Nuevos (1907), un documento central que junto con los escritos de William Carlos Williams, Francis Ponge, Pablo Neruda y otros, establecieron la tradición moderna de descubrir en objetos cotidianos pistas sobre el sentido de la existencia –una tradición inaugurada por Whitman, que formuló la más importante de todas las preguntas: “¿…Qué es más o menos que un toque?). La repuesta se encuentra en el amor. El arqueólogo de Turkmenistán alzaba un fragmento al resplandor del sol y sonreía
—CM (Traducción L. A. Ambroggio)
Question
Pregunta
¿Puedes describir alguna oportunidad en la cual te haya parecido que el estar viendo intensamente una cosa física fuese más significativo que cualquier otra cosa que hubieses leído en un libro o escuchado en una clase o un sermón? ¿Qué verdad te esperaba en esa cosa?