Creo que podría cambiar y vivir con los animales, tan pacíficos y herméticos son; Permanezco contemplándolos por ratos largos, largos. No hacen sudor y lamentanción por su condición, No permanecen despiertos en las tinieblas llorando sus pecados, No me hacen enfermo con disputas acerca de sus deberes a Dios, Ninguno se muestra descontento, ninguno está loco con la manía de poseer objetos, Ninguno se arrodilla ante otro ni ante alguno de sus congéneres muerto hace millares de años, En toda la tierra no hay uno solo que sea respetable o desdichado. Así me muestran su parentesco y los acepto, Me traen testimonios de mí mismo, los demuestran claramente en su posesión; Quiero saber adonde consiguieron estos testimonios, ¿Pasé por su camino hace ya mucho tiempo y los dejé caer negligentemente? Yo mismo caminando hacia adelante, ayer como hoy y siempre; Agregando y mostrando siempre mas y con velocidad, Infinito y omnigenio, y el igual de estos entre ellos; Sin preocuparme demasiado por los suscitadores de mis recuerdos; Eligiendo aquí a uno que amo, marchando ahora con él bajo términos fraternales. Un caballo de gigantesca belleza, tierno y sensible a mis caricias, De altiva frente, ancho entre las orejas, De satinadas ancas, de cola que barre el suelo, De brillantes ojos vivaces, de orejas finamente cortadas, de movimientos flexibles. Su nariz se dilata cuando mis talones lo aprisionan; Sus músclos perfectos tiemblan de placer cuando corremos y volvemos. Te utilizo sólo por un minuto, y entonces te abandono, corcel; ¿Para qué necesito tus pasos ligeros, si yo galopo más de prisa? De pie o sentado, pasando más rápido que tú.
Afterword
Epílogo
La fragancia de la salvia y de la nieve derritiéndose. Un rascador con manchas brinca por una roca, en un bosquecillo de álamos. Una oveja da balidos, estoy corriendo, justo después del amanecer, en una ruta de fuego en la cordillera de Wasatch, preocupado por “la charla del comienzo y del final”, el “parloteo del empedrado” típico de una conferencia de escritores, ésta llevada a cabo en una cabaña de esquiar. El cielo se está volviendo azul, y en esta mañana de domingo yo quisiera estar liberado de palabras. Yo también quisiera que fuese más fácil respirar este ralo aire de montaña y cuando paro para descansar veo, en la vuelta siguiente, un ciervo –un ciervo con un pequeño par de cuernos- mirar hacia arriba sobresaltado mientras comía. Nos tomamos en cuenta uno al otro por unos momentos antes de acabar mucho más arriba de la pendiente para continuar comiendo –“placentero y autosuficiente” Yo decido continuar corriendo, mi corazón con fuertes latidos.
En esta sección, Whitman ilustra nítidamente la división entre la mente y el cuerpo, primero definiendo a los animales por su aparente falta de ansiedad por fe, riqueza, estado social, después investigando su relación con ellos, las muestras de él “en su posesión” quizás desde hace mucho, mucho tiempo, y luego describiendo en términos afectuosos “fraternales” a un caballo magnífico, con el que correrá y regresará, galopando más allá y hacia dentro de sí mismo, juntos y luego solo.
Paro nuevamente, esta vez en un mirador desde donde puedo contemplar los picos escarpados, el valle que se prolonga hacia el oeste, un parche de pincel indio a mis pies. Si siquiera tuviese la mitad de un día para mirar “largo y tendido”. Pero necesito participar en otro panel, y mientras comienzo a bajar, hacia la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves y la cabaña, recuerdo muestras del reino animal que se me han otorgado –un zorro rojo buscando comida entre la basura en un estacionamiento en Sun Valley, con una ¿taza? de cartón en su boca; el vuelo de un águila marina desde un acantilado arriba del mar Egeo; una cobra indolente jalada por un encantador de serpientes en un mercado de Moroco. Dando vuelta a una esquina, me topé con un par de alces de un año, sus cabezas moviéndose para arriba y abajo bufando de sorpresa. Eran tan hermosos. Y cuando se alejaban a paso largo por el camino, virando de lado a lado, chocándose, descuidados, me parecía. Los sigo sin pensarlo dos veces hasta que se escapan dando brincos entre los álamos y desaparecen.
—CM (Traducción L. A. Ambroggio)
Question
Pregunta
Muchos de nosotros proyectamos cualidades humanas a los animales, particularmente a nuestros animales domésticos. Whitman parece revertir esta inclinación y encuentra en los animales una ausencia de las cualidades molestas que encuentra en los seres humanos. Entretanto, las separaciones tradicionales entre seres humanos y animales continúan desapareciendo con el descubrimiento en curso de los modos cómo los animales se involucran en actividades como el de fabricar herramientas o el de usar cierto lenguaje. ¿Piensas tú que los animales están siendo percibidos más como seres humanos, o que los seres humanos están siendo percibidos cada vez más como animales? ¿La distinción entre “humano” y “animal” es una función solamente de nuestro lenguaje o existe de hecho una diferencia esencial?