El salvaje amable y desbordante, ¿Quién es? ¿Está esperando la civilización, o la ha superado ya y la domina? ¿Es algún nativo del Sudoeste, cuya infancia transcurriera al aire libre? ¿Es un canadiense? ¿Viene de la región de Mississipi? ¿De Iowa, de Oregón o de California? ¿De las montañas? ¿De las praderas, del monte? ¿O es un marino que ha recorrido los mares? Vaya donde vaya, hombres y mujeres lo acogen con simpatía y con deseos, Desean que los ame, los toque, les hable, y viva con ellos. Su conducta es tan arbitraria como la de los copos de nieve, sus palabras tan sencillas como las hierbas, su cabellera sin peinar, su risa libre, ingenuo; Sus pies andan lentamente, sus rasgos son ordinarios, ordinarias sus maneras y sus emanaciones, Estas emergen del extremo de sus dedos en formas nuevas, Flotan en el aire que le rodea, con el olor de su cuerpo o de su aliento; irradian de sus ojos con sus miradas.
Afterword
Epílogo
La primera pregunta formulada en esta sección -“El salvaje amable y desbordante, ¿Quién es?”- ha preocupado a los americanos desde la llegada de los colonizadores ingleses a Virginia y Massachusetts, al principio del siglo XVII. La raíz del significado de salvaje es “de la selva” y los pueblos nativos que habitaban los bosques del Nuevo Mundo se levantaban como una afrenta a los así llamados civilizados colonizadores, que tomaron estas tierras, en nombre del Cristianismo, para establecer “una ciudad sobre una colina”. La respuesta que ofrece el divino Puritano, Roger Williams, en Una clave para el Lenguaje de América, era que sus vecinos de Narragansett no se diferenciaban de los colonizadores, quienes en su mayoría no compartían su convicción, en su deportación a la jungla de Rhode Island, donde su compromiso por la libertad de consciencia fue inquebrantable, llegando a ser así un prototipo del nuevo hombre alabado por Whitman en el “Canto de mí mismo” –alguien que combinaba un espíritu de aventura, habla sencilla, y el don de atraer a otros a la causa- esto es, el hombre democrático. Él es esa figura más grande que la vida quien por el bien de cada uno que vive en este continente, blanco o negro y rojo y amarillo, articula maneras de relacionarse uno con el otro que no nos causen aflicción.
¿Cómo reconocerlo? Whitman observó que “toda la raza humana está generalmente infectada con una picazón ansiosa por escuchar las noticias”. Y no es casualidad que el primer americano en componer “noticias que perduran como noticias”, como más tarde Ezra Pound definiría a la poesía, sería un reportero. Whitman recogió informes de las fronteras del Oeste, de viajes marítimos y caminatas en la ciudad, de las ciencias y las artes, y los transformó en algo que perduraría –“emanaciones…emergiendo del extremo de sus dedos en formas nuevas”. Sus largas líneas poéticas, recogidas de recortes de periódicos y de impresiones, reflexiones y anhelos que él registraba en sus cuadernos, tienen una belleza salvaje, que reafirma la creencia de Thoreau que en “la naturaleza está la preservación del mundo”. No es de asombrarse que las últimas palabras de Thoreau apuntaban al corazón aborigen de América. “Alce indígena”. Como Whitman, él comprendió que la única esperanza para esta nación (murió en 1862, durante el año más oscuro de la Guerra Civil) estaba mucho más allá del mundo conocido, en la naturaleza salvaje.
—CM (Traducción L. A. Ambroggio)
Question
Pregunta
En esta sección Whitman se imagina una nueva clase de Americano “salvaje” que asume tipos de conducta “primitivos” y “naturales” y que así energiza la cultura Americana abandonando formas demasiado “civilizadas” de conductas atrofiantes. ¿Se alteran todas las culturas en algún momento por la vida en sus fronteras? ¿Tienen todos los países áreas “civilizadas” que contrastan con áreas más “primitivas” o “salvajes” alejadas del centro civilizado? ¿Son siempre productivas las tensiones entre las partes civilizadas y salvajes de una cultura? ¿Están estas tensiones contribuyendo siempre a alterar la naturaleza de la índole nacional?