Prefacio

White woman nursing her Comanche baby
Portrait of Cynthia Ann Parker, a white woman nursing her baby, Prairie Flower (Toposannah). Cynthia was captured by Native American Comanches [..] and bore children including Quanah Parker, the last Comanche Chief.  (Denver Public Library.)

Prólogo
Sección 39 

Ahora resucitado y lleno de una vitalidad renovada, el poeta introduce un nuevo avatar misterioso: “El salvaje amable y desbordante”.  Esta identidad americana emergente está asociada con la naturaleza salvaje (la palabra salvaje deriva de raíces que significan el bosque o la selva) y parece ser un tipo de mezcla entre el pionero Americano y el Indio nativo Americano (podríamos regresar al matrimonio entre el “cazador” y la “muchacha roja” de la sección 10). La identidad que Whitman celebra aquí existe en ese espacio cultural sobrecargado entre lo que el historiador Frederick Jackson Turner llamó “barbarie y civilización”, donde la identidad Americana autosuficiente y dura se formó en la frontera.  Este nuevo “salvaje” está “desbordando” porque su identidad  debe permanecer flúida, reaccionando frente a los interminables cambios y condiciones cambiantes. Existiendo en la frontera que está en continuo movimiento –ese límite siempre cambiante entre la civilización emergente y la naturaleza salvaje que va desapareciendo- el nuevo “salvaje” está siempre esperando que la civilización lo alcance desde el Este pero está también en cierto modo “superando” la civilización y “ la domina” porque es más suelto, más independiente, más “anárquico” en su conducta, menos elegante en su discurso, más cómodo con su cuerpo en comparación con sus colegas ciudadanos “civilizados” del Este. Habiendo dejado la civilización para forjarse en la naturaleza salvaje, retiene aspectos de su crianza civilizada al mismo tiempo que adopta las practicidades duras necesarias en la vida fronteriza. Cae confortablemente en una identidad más “salvaje” y construye sus lazos sociales basados en amistad más que en leyes.

Los Estados Unidos en el siglo XIX fueron creados, por supuesto, empujando la línea fronteriza desde el Este al Oeste en su curso “destino manifiesto” hacia el Océano Pacífico. Dos términos comunes se usaban durante ese tiempo para describir la naturaleza salvaje hacia la que América se estaba expandiendo  –la “frontera” y las “selvas del interior”. “Frontera” sugiere que la nación estaba mirando hacia el oeste, que el “frente” del país era su confín del oeste tal como si estuviese mirando hacia la jungla para inspirarse y para su futuro, mientras que “selvas del interior” sugiere que la nación miraba hacia el este,  mientras daba la espalada al oeste salvaje, viendo a Europa y su civilización como el modelo de lo que la nueva nación llegaría a ser.  Whitman creía en el oeste como el futuro de América, y aquí combina en una figura esa multitud de pioneros fuertes y valientes que dieron los primeros pasos en convertir la naturaleza salvaje en civilización.  De manera que evoca todos los lugares donde la vida fronteriza se mantenía activa y vital, desde Canadá hasta Oregón, de Iowa hasta Mississippi. Whitman esperaba que la experiencia fronteriza de América daría por resultado una cultura muy diferente a las culturas europeas que había dejado atrás, y su “salvaje amable y desbordante” llegaría a ser el modelo afectuoso y simple y poderosamente “común” del nuevo Americano que, como el poeta se comporta y habla más naturalmente, menos artificialmente, menos jerárquicamente, y se siente más cómodo con su cuerpo que aquellos pertenecientes a civilizaciones previas. Este “salvaje amable y desbordante” entonces usa sus manos descubiertas para crear una nueva cultura, y las nuevas “maneras” de conducta, nuevas “emanaciones” (palabra que etimológicamente significa “fluir hacia afuera”) de una comunidad democrática que aparece a partir de los meros “extremos de sus dedos e “irradian de sus ojos con sus miradas”. Donde sea que vaya se materializa una robusta democracia.  

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

 El salvaje amable y desbordante, ¿Quién es?
¿Está esperando la civilización, o la ha superado ya y la domina?

¿Es algún nativo del Sudoeste, cuya infancia transcurriera al aire libre? ¿Es un
canadiense?
¿Viene de la región de Mississipi? ¿De Iowa, de Oregón o de California?
¿De las montañas? ¿De las praderas, del monte? ¿O es un marino que ha recorrido
los
mares?
Vaya donde vaya, hombres y mujeres lo acogen con simpatía y con deseos,
Desean que los ame, los toque, les hable, y viva con ellos.

Su conducta es tan arbitraria como la de los copos de nieve, sus palabras tan 
sencillas
    como las hierbas, su cabellera sin peinar, su risa libre, ingenuo;
Sus pies andan lentamente, sus rasgos son ordinarios, ordinarias sus maneras y sus
    emanaciones,
Estas emergen del extremo de sus dedos en formas nuevas,
Flotan en el aire que le rodea, con el olor de su cuerpo o de su aliento; irradian de 
sus
    ojos con sus miradas.

Afterword

Epílogo

La primera pregunta formulada en esta sección -“El salvaje amable y desbordante, ¿Quién es?”-  ha preocupado a los americanos desde la llegada  de los colonizadores ingleses a Virginia y Massachusetts, al principio del siglo XVII. La raíz del significado de salvaje es “de la selva” y los pueblos nativos que habitaban los bosques del Nuevo Mundo se levantaban como una afrenta a los así llamados civilizados colonizadores, que tomaron estas tierras, en nombre del Cristianismo, para establecer “una ciudad sobre una colina”.  La respuesta que ofrece el divino Puritano, Roger Williams, en Una clave para el Lenguaje de América, era que sus vecinos de Narragansett no se diferenciaban de los colonizadores, quienes en su mayoría no compartían su convicción, en su deportación a la jungla de Rhode Island, donde su compromiso por la libertad de consciencia fue inquebrantable, llegando a ser así un prototipo del nuevo hombre alabado por Whitman en el “Canto de mí mismo” –alguien que combinaba un espíritu de aventura,  habla sencilla, y el don de atraer a otros a la causa- esto es, el hombre democrático. Él es esa figura más grande que la vida quien por el bien de cada uno que vive en este continente, blanco o negro y rojo y amarillo, articula maneras de relacionarse uno con el otro que no nos  causen aflicción.  

¿Cómo reconocerlo? Whitman observó que “toda la raza humana está generalmente infectada con una picazón ansiosa por escuchar las noticias”. Y no es casualidad que el primer americano en componer “noticias que perduran como noticias”, como más tarde Ezra Pound definiría a la poesía, sería un reportero. Whitman recogió informes de las fronteras del Oeste, de viajes marítimos y caminatas en la ciudad, de las ciencias y las artes, y los transformó  en algo que perduraría –“emanaciones…emergiendo  del extremo de sus dedos en formas nuevas”. Sus largas líneas poéticas, recogidas de recortes de periódicos y de impresiones, reflexiones y anhelos que él registraba en sus cuadernos, tienen una belleza salvaje, que reafirma la creencia de Thoreau que en “la naturaleza está la preservación del mundo”.  No es de asombrarse que las últimas palabras de Thoreau apuntaban al corazón aborigen de América. “Alce indígena”. Como Whitman, él comprendió que la única esperanza para esta nación (murió en 1862, durante el año más oscuro de la Guerra Civil) estaba mucho más allá del mundo conocido, en la naturaleza salvaje.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta 

En esta sección Whitman se imagina una nueva clase de Americano “salvaje” que asume tipos de conducta “primitivos” y “naturales” y que así energiza la cultura Americana abandonando formas demasiado “civilizadas” de conductas atrofiantes. ¿Se alteran todas las culturas en algún momento por la vida en sus fronteras? ¿Tienen todos los países áreas “civilizadas” que contrastan con áreas más “primitivas” o “salvajes” alejadas del centro civilizado? ¿Son siempre productivas las tensiones entre las partes civilizadas y salvajes de una cultura? ¿Están estas tensiones contribuyendo siempre a alterar la naturaleza de la índole nacional?