¿Queréis que os describa un combate naval de los pasados tiempos? ¿Queréis saber quién salió victorioso a la luz de la luna y de las estrellas? Oíd la historia tal como me fuera narrada por el marinero, el padre de mi abuela. Te digo que no eran cobardes, no, los tripulantes de la fragata enemiga (me decía); Su obstinado y aguerrido coraje era el de los ingleses; no existe, y nunca ha existido ni existirá coraje más fiel ni más firme; Era el anochecer cuando el buque enemigo nos saludó con un cañonazo terrible. Nos abordamos en seguida, las vergas de los buques se entrecruzaron, los cañones llegaron a tocarse, Mi capitán tomó parte en la lucha con sus propias manos. Habíamos recibido unas balas de dieciocho libras por debajo de la línea de flotación; Dos cañones del primer puente de nuestra fragata estallaron al romper el fuego, matando a la gente alrededor y proyectando por la cubierta encima. Luchando durante el crepúsculo y luego en las tinieblas, A las diez de la noche, bajó el plenilunio, nuestras vías de agua iban en aumento, y se rumoreaba que llevamos cinco pies de agua; El capitán de armas hizo subir a los prisioneros encerrados en la cala de popa, para que se salvaran según pudieran. Pasaje a la santabárbara ahora es prohibida por los centinelas; Estos ven tantas caras extrañas, ya no saben de quién fiarse. Nuestra fragata se prende fuego, El otro nos pregunta: <<¿Os entregáis? ¿Arriáis la bandera y terminemos la batalla?>> Suelto ahora la risa satisfecha, porque oigo de nuevo la voz de mi pequeño capitán, <<Ya no hemos lanzado un golpe>> grita, sereno, <<Ahora comienza nuestra parte de la lucha.>> No nos quedan más que tres cañones: Con uno, nuestro capitán apunta al palo mayor de la fragata enemiga, Los otros dos, bien cargados de metralla, barren los puentes, y hacen callar su mosquetería. Desde las cofas, algunos tiradores secundan el fuego de nuestra pequeña batería, Su tiroteo continúa durante toda la acción. Ni un instante de tregua: Las vías de agua vencen las bombas, el incendio avanza hacia los polvorines. Un cañonazo hace estallar una de nuestras bombas de agua; todos creen que nos hundimos. El pequeño capitán conserva su serenidad, No se apresura, ni alta ni baja es su voz, Sus ojos nos vierten más luz que las linternas de combate. Hacia las doce de la noche, allá bajo los rayos de la luna, se nos rindieron.
Afterword
Epílogo
El conflicto genera historias, como saben los combatientes y los reporteros de guerra. División y destrucción han sido los medios principales para replantear fronteras y redefinir sociedades a lo largo de la historia documentada, historias de batallas ganadas y perdidas, de valentía y cobardía, agonía y efervescencia –cada una de estas configuran un nuevo orden. No es accidental el que Homero haya colocado la piedra fundacional de la literatura occidental con sus épicas de Guerra (la Ilíada) y el viaje de un guerrero de regreso al hogar (La Odisea), porque la Guerra pone a prueba los espíritus tanto de los individuos como de las naciones, estableciendo los cimientos de sus acciones futuras; las historias contadas una y otra vez, personales y comunitarias, dictaminan el carácter de las costumbres, tradiciones e instituciones políticas del país. La Guerra constituye una gran parte de nuestra herencia.
La centralidad de la Guerra en el diseño de la épica de Whitman, se hace patente en las secciones 34-36, como en este relato de una masacre, en la historia del combate naval de su abuelo que tuvo lugar en la Guerra de la Revolución y en su inventario de los costos humanos de la Guerra respectivamente. Si Homero canta en la Ilíada sobre la ira de un hombre, equilibrando catálogos de naves y contingentes griegos con escenas de infantería, Whitman amplía su canto sobre el yo democrático para incluir a la Guerra, “la continuación de políticas por otros medios” en palabras de von Clausewitz. Observar el tono oscuro de estas narraciones, que preceden a la Guerra Civil, “el centro mismo, circunferencia y ombligo de toda mi carrera”, dijo Whitman. En verdad en sus recuerdos de victoria y desastre pasados, parecía vislumbrar la tragedia amenazadora que todavía delata la vida americana. Observar también que el heroísmo está acuñado entre escenas de terribles derramamientos de sangre. Realmente nadie se escapa de las devastaciones de la Guerra.
La parte más difícil al escribir sobre ello, puede que sea el sobrevivir para contar la historia. Una vez, en el Líbano, yo le estaba explicando a una periodista mi breve ausentamiento del techo desde donde estábamos monitoreando un conflicto en un campo de refugiados (yo había ido a caminar hacia el mar; los soldados en un puesto de control habían disparado balas hacia mi cabeza, un oficial me había interrogado), cuando ella levantó sus manos.
Te envidio, me dijo ella. Ahora tienes una historia que contar.
A lo que Whitman añadiría: Todos las tenemos.
—CM (Traducción L. A. Ambroggio)
Question
Pregunta
Piensa sobre alguna historia que te haya contado alguien mucho más viejo que tú, una historia de algo que sucedió mucho antes de que hubieras nacido, pero una que te haya afectado tanto como eventos actuales que te hayan sucedido directamente a ti. ¿Cuánto cambia esa historia al tú contarla a otros a lo largo de los años? ¿Cuánto en esa historia es una crónica de lo que realmente sucedió en el pasado y cuánto de esa historia es lo que tú has fabricado sobre ella en tu presente?