Prefacio

An aged black and white photo of Walt Whitman resting his head in his hands.
Thinking now of the trajectory of his own life, from the “ever-push’d elasticity” of his youth to his “balanced, florid and full” maturity to his “old age superbly rising,” right on up to the “ineffable grace of dying days ....

Prólogo 
Sección 45

Pensando ahora en la trayectoria de su propia vida, desde la “siempre estirada elasticidad” de su juventud hasta su madurez “equilibrada, florecida y plenaria” y hasta su “senectud magníficamente saliendo” hacia la “inefable gracia de los días agonizantes”, el poeta se da cuenta de que cada vida singular ejemplifica las transmutaciones interminables del tiempo. Nada es estable o incambiable, nos recuerda, todo es una transformación incesante, y una mirada a nuestras propias vidas cambiantes –de huevo a cadáver-  recalca el misterio asombroso del cambio material. Y ese cambio está alimentado por nuestra imparable interacción con el mundo a nuestro alrededor, de nuestro primer encuentro sensible hasta nuestro último, desde la primera cosa que tragamos hasta el último suspiro que exhalamos. “Mis amantes me sofocan”, dice Whitman, y esos “amantes” –desde las ladillas en los poros de la piel hasta los extraños que lo atropellan en las calles y al amante desnudo en su cama en la noche- todos lo alteran al penetrar o empujar o besar su cuerpo. “Sofocar” significa etimológicamente, “bajo o debajo de la garganta”. “El canto de mí mismo” es un poema de asfixia sublime en el cual todas las cosas alrededor del poeta son tragadas (recordar el catálogo vasto de la Sección 33, donde Whitman dice “Todo esto lo gusto, lo trago, lo asimilo “) y donde las cosas abrumadoramente diversas fuera de él mismo son absorbidas por su cuerpo a través de los sentidos físicos y luego tiene dificultad en sacarlas de su garganta atragantada mientras trabaja para darle voz a cada una de las cosas. 

“Todas las condiciones promulgan lo que son y cuanto crece después y fuera de ellas”, proclama Whitman, utilizando la palabra no tan familiar de “promulgar” (que en sus raíces significa “sacar en público o “publicar” o “causar que surja”): cualquier evento, cosa o persona que aparece en el momento presente no sólo se manifiesta, aparece totalmente en el mundo físico, sino que también contiene todo en lo que se transformará.  No podemos ver transformaciones futuras, pero podemos confiar en que va a haber transformaciones, y lo que surja de las presentes condiciones está esencialmente contenido en las presentes condiciones. Incluso el “oscuro silencio” –los misterios del silencio en sí mismo- contiene un sonido futuro. Nuestras palabras habladas y escritas, después de todo, surgen del silencio: ése es el milagro del lenguaje. 

Entonces Whitman concluye esta sección evocando nuevamente ese nuevo cosmos vasto que los astrónomos le habían abierto: no importa cuán lejos vayamos en el universo, hay universos más allá (los teóricos físicos hoy especulan sobre la posible existencia de una infinidad de universos). Nosotros simplemente no podemos viajar en el tiempo o en el espacio tan lejos como para llegar al final. El universo de Whitman no es uno que tiene un principio y un fin, sino que tiene más bien un continuo desarrollo, puede haber una “interrupción”.  Incluso si nosotros nos imaginamos un final apocalíptico eso reduciría todo lo que ahora existe a una “pálida mota”, las fuerzas de la vida y la transformación y evolución comenzarían a trabajar nuevamente en esa “mota” de materia y en “unos pocos cuatrillones de edades” producirían nuevamente un mundo sensible con seres sensibles.

Nosotros contenemos dentro de nosotros mismos, por consiguiente, futuros vastos e inimaginables. Originalmente, Whitman acabó esta sección con el verso “nuestra cita está adecuadamente agendada… Dios estará allá y espera hasta que vengamos”. Pero alteró el final para hacer al vasto cosmos incluso más personal e íntimo. El Señor de Whitman resulta ser “el gran Camarada”, un compañero de cama, un amante deseado, para lo que sea que los materiales del presente lleguen a ser cientos o miles o millones o quintillones  de años de ahora ellos estarán íntimamente relacionados con nosotros, porque ellos eran nosotros, de formas muy reales.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

¡Oh abarcamiento de la juventud! ¡Siempre estirada elasticidad!
Oh virilidad -- equilibrada, florecida y plenaria.

Mis amantes me sofocan,
Agolpándose sobre mis labios; engrosados en los poros de mi piel;
Chocándome en las calles y en los salones públicos, visitándome desnudos por la 
noche,
Durante el día gritando ¡Ah del barco! desde las rocas del río, cerniendose y 
piando sobre mi cabeza,
Llamando mi nombre desde los cuadros de jardín, las viñas, la espesura de 
arbustos;
Tocando todos los momentos de mi existencia,
Besando a mi cuerpo con suaves besos balsámicos,
Se arrancan sus corazones silenciosamente a puñados para ofrecérmelos.

¡Senectud, magníficamente saliendo! ¡Oh bienvenidos, inefable gracia de los días 
agonizantes!

Todas las condiciones promulgan lo que son y cuanto crece después y fuera de 
ellas,
Y tanto como ellas promulga el oscuro silencio.

Abro en la noche mi escotillón y veo los sistemas esparcidos en el infinito,
Y todo cuanto veo, multiplicado tantas veces como puedo calcular, ocupa el mero 
borde de los sistemas más lejanos.

Más ancho y más ancho se extienden, ampliando, siempre ampliando,
Más allá y más allá y para siempre más allá.

Mi sol tiene su sol, a cuyo alrededor gira dócilmente;
Une con sus camaradas, hacen en un grupo de un círculo superior,
Y mayores sistemas siguen, haciendo pequeñas manchas de los astros más grandes 
que contienen;

No hay interrupción y nunca puede haber interrupción,
Si yo, tú, y los mundos y cuanto existe dentro y sobre ellos quedáramos reducidos 
este momento a una pálida mota, eso no tendría importancia a la larga;
Volveríamos seguramente a nuestro estado actual,
E iríamos seguramente a tantas lejanías más, y después más lejos y más lejos.

Unos pocos cuadrillones de edades, unos pocos octillones de leguas cúbicas, no 
molestan al sol ni lo inquietan,
Siendo sólo unas partes; cualquier cosa es sólo una parte.

Ved tan lejos cómo podáis, más allá está espacio sin limites;
Contad a tal cantidad cómo podáis, alrededor está el tiempo sin limites.

Tengo hecha una cita, está seguro;
Dios estará allí y esperará hasta que yo llegue en términos perfectos;
El gran Camarada, el amante verdadero para quién añoro estará allí.

Afterword

Epílogo

El tiempo y el espacio se expanden y colapsan en el acto del amor; la única constante en el período de una hora, una vida, una era, es la ley de la atracción, a la que todas las cosas obedecen, el arco del deseo, en el que en diferentes puntos la historia y la geografía se unen y luego se separan: el tema secreto de la poesía.  En esta sección Whitman traza este arco a través de su experiencia –amantes sofocándolo, llamándolo como pájaros, “iluminando cada momento de su vida” desde la juventud hasta la vejez y más allá; en su visión de un universo expansivo de forma interminable, las estrellas que ve desde una ventana en su techo son “el mero borde de los sistemas más lejanos” que él ya habita. 

Y también nosotros. Con nuestra primera insinuación del “oscuro silencio”, el vacío, nosotros realizamos el aprendizaje de la lógica de un cosmos que no entendemos. Así cuando era niño, desde la ventana del comedor de la casa de mis abuelos en Maryland, yo miraba el estacionamiento llenarse de pacientes llegando para sus citas de la tarde. Mi abuelo, un doctor de campo abandonaba la mesa antes del postre para ir a su oficina en el sótano, y aunque yo no era consciente del dolor de los hombres, mujeres y niños en la sala de espera, yo sentía un cierto miedo de subir por las escaleras que nunca me abandona.  Mi abuelo, al volver luego de muchas horas, se sentaba en la cocina a comer queso y galletas saladas, hablando sobre las personas que había curado: historias que llegaron a ser para mí un sostén contra el terror.

Tales historias “son sólo partes”, diría Whitman, dado que “cada cosa es sólo una parte”. Yo quiero creer que en la vida después de la muerte, que para el poeta se ubica en el presente eterno, el Señor y “el amante verdadero a quien añoro estará allí”. Espero que el caso sea que “no hay interrupción y nunca puede haber interrupción”, desde la elasticidad de la juventud a la vejez, crezca en nuestros cuerpos, como savia, antes de la “gracia inefable” del final; el que yace frente nuestro  existe en el aquí y ahora del espacio y tiempo sin límites. Esto es donde esperaré, estoy esperando, siempre he esperado, por ti.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta

En esta sección, Whitman se refiere a su “juventud” como “¡siempre estirada elasticidad!” ¿Cómo es elástica la juventud? ¿Cuáles son las implicaciones de la imagen de Whitman aquí?