Prefacio

James Lynch,a railroad worker (photo Jack Delano: 1942)
Who has done his day's work...who wishes to walk with me?

James Lynch, a railroad worker (photo Jack Delano;1942)

Prólogo 
Sección 51

Esta sección contiene la súplica de Whitman para que el lector comience el trabajo de responder a lo que el poeta le ha propuesto  -que empiece a discutir, a hablar, a recrear el poema. Algunos de los versos más hermosos de Whitman están aquí, como cuando imagina al “pasado y presente” como plantas marchitas, antes vivas y sensitivas pero ahora marchitas y vacías de presencia, de vida. El momento del “Ahora” innecesariamente vacía el pasado y presente a los efectos de abrir un nuevo “pliegue del futuro” que se convierte en el siempre emergente momento de la presencia. En un poema posterior llamado “Desdoblado de los pliegues”, Whitman imaginó toda la vida como una serie de desdoblamientos, como cada vida nueva e identidad de desdoble cual “los pliegues de la mujer”. Cada uno de los momentos es un nuevo nacimiento, un nuevo mundo del Ahora apareciendo poco a poco ante los sentidos despiertos de todos aquellos que están personificados en ese momento.

Conforme vamos leyendo el libro de Whitman, tomamos conciencia de los “pliegues” de las páginas y, a medida que leemos cada una de ellas y la doblamos para enfrentarnos a la siguiente, estamos representado el proceso de leer el desdoblamiento continuo y literal de nuevos momentos, nuevas ideas, nuevos encuentros, nuevas secciones del poema. De manera que Whitman nos recuerda sobre nuestra relación con el libro cuando exclama “¡Oyente, allá por encima!”. Es como si el poeta, ahora encarnado en la tinta y el papel, nos estuviese hablando desde la página, viéndonos conforme miramos al libro. Vemos la “cara” del poeta cuando miramos la 

“cara” de la página en sí. El poeta, Whitman nos recuerda, cuando lo encontramos, está ahora desencarnado como ser humano físico, estando en cambio encarnado en las páginas del libro. Somos nosotros, los lectores vivientes, quienes tenemos ahora los cuerpos y estamos habilitados para ver y escuhar estas palabras de la página que, sin nosotros, serían simplemente tinta silenciosa y papel muerto. Conforme echamos un vistazo al pliegue final de este poema (sólo una breve sección más queda por venir), nos damos cuenta que, sin dudas, el poeta va a quedarse “sólo un minuto más”. . Él va ahora a aspirar “el acercamiento del anochecer”, otra imagen hermosa que sugiere el final de un largo día de lectura del “Canto de mí mismo”,  al llegar  el lector al final del poema como la tarde al oscurecerse en la noche, como el crepúsculo es husmeado como una candela titilante. Ubicándose como una tabla de puerta, esperando a alguien lo suficientemente cercano para que se reúna con él, Whitman ofrece una invitación sencilla y efectiva: “¿Quién quiere pasear conmigo?”. Nos anima a que hablemos mientras seamos capaces de hacerlo.

Los que son al parecer los versos más famosos de Whitman, aparecen aquí: “¿Me contradigo? /Muy bien, pues me contradigo,/(Soy grande, contengo multitudes.)”. Whitman está reformulando una de las ideas centrales de Ralph Emerson: “Una consistencia tonta es el duende de las mentes pequeñas, adoradas por los pequeños dirigentes, filósofos y divinos… Habla lo que piensas ahora con palabras duras, y mañana habla lo que pienses mañana nuevamente con palabras duras, aunque contradiga todo lo que dijiste hoy… Ser grande es ser malentendido”. Para Whitman, como hemos visto, el Yo es una entidad que continuamente está evolucionando y expandiéndose, y las nuevas experiencias siempre ampliarán y desafiarán y molestarán versus a lo que uno creyó anteriormente. Debemos aprender a estar agradecidos  al llegar a contradicciones y en cultivar un sentido abierto de uno mismo  y lo sufientemente conciente  para “hablar en contra” (el significado etimológico de “contradecir”) a ese uno que existió ayer. Como lo ha demostrado por todos lados el “Canto de mí mismo”,  el yo que no cambia es una identidad atrofiada, muerta a los estímulos transformantes del mundo multitudinario que nos rodea, estímulos que incluyen las palabras transformantes del poema. 

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

El pasado y el presente se marchitan -- yo los he llenado, yo los he vaciado,
Y prosigo a llenar la próxima arruga del futuro.

¡Eschuchador, allá por encima! ¿qué tienes que confiarme a mí?
Mirame a la cara en tanto aspiro el acercamiento del anochecer,
(Hablame sinceramente, nadie te oye, y me quedo sólo un minuto más.)

¿Me contradigo?
Muy bien, pues me contradigo,
(Soy grande, contengo multitudes.)

Me dirijo a los que están cerca, espero en el umbral de la puerta.

¿Quién ha terminado su trabajo cotidiano? ¿Quién terminará el cenar lo más 
rápido?
¿Quién quiere pasear conmigo?

¿Hablaréis antes de que me vaya? ¿lo haréis ya demasiado tarde?

Afterword

Epílogo

El aire se ha enfriado y las hojas de los robles se están volviendo amarrillentas. Una vez un amigo me mostró un arce con venas rojas irrandiándose desde su tallo, como un rubor que se esparce en el rostro de uno, y dijo: “si no puedes crear poemas en otoño, no eres poeta”. Estación de contradicciones: el resplandor anaranjado de las calabazas en un área de ramos agotados; un campesino sembrando trigo de invierno; un canasto de bulbos de tulipanes listos para ser plantados. Muerte y renovación: éstas son las puertas dobles a través de las cuales pasamos una y otra vez, según Whitman, estando inscritos e inscribiendo.

El “Canto de mí mismo” comienza con una declaración de igualdad, en el nivel atómico, y el poeta se compromete a “hablar en cada riesgo”, preparándonos para un viaje impulsado por la energía original no controlada de la Naturaleza que nos va a conducir más allá de los enredos de los “Credos y escuelas”. Ahora, ya cerca del final de nuestro viaje, Whitman nos invita a caminar con él a todas las contradicciones de un mundo más amplio que lucha con su propia alma: la imaginación democrática. 

¿Cómo compaginar las dos ideas –contradicción como “la palanca de la trascendencia” (Simone Well) y como la función de las multitudes contenidas dentro de cada individuo? Ambas son verdaderas, Whitman argumenta: el yo, como la democracia, es inherentemente contradictorio, dado que está hecho de sueños e ideas y pasiones de cada uno de los que han vivido; nuestros cuerpos y almas son un compuesto de hombres y mujeres, cazadores y segadores, esclavos y patrones, los brillantes y los crueles, los muertos y los vivos, todos ellos atropellándose para atraer nuestra atención. Sus voces –contradictorias, inspiradoras, sepultadas a veces tan profundamente en nuestra imaginación que permanecen ahogadas- pueden ser una fuente de significado trascendental, siempre y cuando nosotros obedezcamos a nuestros ángeles más buenos. Czeslaw Milosz advierte a los poetas a “esperar/que espíritus buenos, no malos, nos elijan como su instrumento”.  ¡Qué dolor pueden causar esas voces que claman dentro de nosotros mismos! Mi corazón me dice que haga una cosa, mi mente otra, como continúa el canto.

Para contrarrestar la muerte, el poeta debe encontrar una forma suficientemente amplia para encarnar la contradicción esencial de la vida: la que desde el momento en que nacemos empezamos a morir. Este hecho aterrador es para Whitman una forma de conocimiento salvífico –una bendición conferida de nuevo por su descendiente espiritual, A. R. Ammons, cuyo poema más famoso, “Ensenada de Corson” , concluye con la realización cuádruple de que el “Alcance se me escapa de las manos/que no hay finalidad en la visión/que nada he percibido del todo/que mañana una nueva caminata, es una nueva caminata”.

¿Debemos irnos a caminar? Aquí están las luces de la ciudad en la que caminamos juntos por primera vez, aquí está el río en el que los botes se mueven en el agua oscura, y aquí estás tú con todas tus ropas elegantes.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta

“¿Hablaréis antes de que me vaya? ¿lo haréis ya demasiado tarde?”, aquí las preguntas de Whitman tienen un sentido de urgencia, aunque nosotros sabemos que el poeta no va haberse “ido” cuando el poema se acabe, dado que lo podemos abrir nuevamente y leerlo tantas veces cuantas queramos. ¿Qué piensas, entonces, que Whitman tiene en mente cuando dice que podríamos llegar “demasiado tarde” con nuestras respuestas al poema?