Solo, voy de caza por las soledades y las montañas, Vagando maravillado de mi ligereza y de mi alegría; Cuando llega el anochecer elijo un retiro para pernoctar; Enciendo fuego, aso la caza recién muerta; Me adormezco sobre un montón de hojas, con mi perro y mi fusil al lado. El clipper yanqui con su altivo tajamar corta la espuma, y se desliza rápidamente sobre el agua, Mis ojos colonizan a la tierra; me inclino sobre la proa, o grito gozosamente desde cubierta. Los marineros y los pescadores de almejas se madrugaron y aguardaron a que yo llegase, Me recogí los pantalones sobre los tobillos y me marché y me divertí con ellos; Debiste haber estado con nosotros ese día alrededor de la olla del sancocho. Vi la boda del trampero al aire libre en el lejano Oeste, la novia era una muchacha roja, Su padre y sus amigos estaban allí cerca, con las piernas cruzadas y fumando en silencio; llevaban mocasines y anchas mantas gruesas sobre los hombros, A la orilla del río yacía el trampero; vestía casi enteramente de pieles, la barba y los exuberantes cabellos le protegían el cuello; tenía la novia cogida por la mano, Ella tenía las pestañas larguísimas, la cabeza desnuda, las trenzas ásperas y rectas que descendían hasta los pies por las voluptuosas caderas. El esclavo fugitivo se aproximó a mi casa y se descansaba afuera, Oí el crujido de sus movimientos cerca a la leña apilada, Por la entreabierta puerta de la cocina, lo vi tambalearse y sin fuerzas, Y fuí hacia el tronco de árbol en que se había sentado, y lo llevé adentro, y le aseguré mi apoyo; Y traje agua, llenando una bañera para su cuerpo sudoroso y sus pies desgarrados, Y lo conduje a un cuarto contiguo del mío, y le di ropas limpias y abrigadas, Y recuerdo perfectamente el deslumbramiento de sus ojos, y su actitud embarazosa, Y recuerdo haberle aplicado cataplasmas en las desgarraduras de su cuello y de sus tobillos; Una semana pasó a mi lado, hasta restablecerse y poder emigrar hacia el Norte, Le requerí comer conmigo en mi mesa; mi escopeta yacía en un rincón.
Afterword
La invención toma la cabecera en esta sección, al crear el poeta una serie de ficciones para expresar una verdad difícil: que la celebración de su Yo, de sí mismo, incluye a cada uno independientemente de su raza, de su identidad o de su lugar en la sociedad. El novelista Ron Carlson ha destacado que él siempre escribe a partir de la experiencia personal, ya sea que la haya tenido o no, y esta producción de ficción guía las imaginaciones de Whitman de una partida de caza, un viaje marítimo, una extracción de almejas, el casamiento de un trampero con una muchacha indígena, el drama con un esclavo fugitivo. Sus historias son tan ponderosas como el testimonio de los sentidos, porque elige destacar detalles que parecen surgir directamente desde la vida: “la espuma y el deslizamiento” del Yanqui clipper navegando, las puntas de los pantalones metidas en sus botas, las “trenzas ásperas y rectas” de la muchacha indígena y las “ropas limpias y abrigadas” (eco maravilloso) del esclavo fugitivo. Cuanto más deslumbrante la invención más debe ser fundamentada en una particularidad creíble. “Di a todos la verdad pero dila figurativamente”, decía Emily Dickinson. “El éxito está situado en un circuito”. La invención poética es una forma circular de decir la verdad, que Whitman emplea en ciertos momentos críticos del poema, frecuentemente para extender su “Yo” democrático dentro de un nuevo terreno político. Detrás de una máscara el poeta debe hablar más sencillamente. (No es un accidente el que dentro de los heterónimos que ideó el poeta portugués Fernando Pessoa hubiese un personaje al estilo de Whitman, Alberto Caeiro, un pastor, “un místico pero sólo del cuerpo” que le cantó a la naturaleza con la misma voz llena del poeta Americano). En monólogos poéticos y retratos de personajes históricos o imaginarios descubrimos lo que Dickinson llamó “la sorpresa magnífica de la verdad”. Pero persiste el peligro cuando el poeta está inventando. No es de extrañar que Whitman guarda cerca su escopeta enllavada. Siempre hay alguien en la puerta.
—CM (Traducción L. A. Ambroggio)
Question
Whitman nos dio tres versos sobre el ir a buscar almejas y luego compartir la olla del sancocho con el grupo de hombres. ¿Cuál es el efecto de la convocatoria de Whitman al lector al final de esta breve escena cuando nos dice: “Debiste haber estado con nosotros ese día alrededor de la olla del sancocho”?